Comentario
Aunque definimos como góticas desde las edificaciones civiles a las religiosas, y dentro de estas últimas tanto las catedrales como las iglesias menos monumentales, lo cierto es que las grandes novedades que aporta el nuevo estilo, se manifiestan principalmente en las sedes catedralicias que se erigen o se reconstruyen desde mediados del siglo XII en Francia. Por lo tanto, hay que advertir que es en estos edificios, donde nos detendremos principalmente.El desarrollo de la cabecera de Saint-Denis con sus capillas ordenadas en torno al deambulatorio y en contacto unas con otras, anuncia lo que va a ser una de las grandes novedades del gótico: la hipertrofia de esta zona hasta el transepto. El aumento del número de canónigos en la iglesia catedral, obligó a una adecuación de la zona del coro y de este hecho se resintió inmediatamente la planta. En Reims es donde esta particularidad se hace más patente. Por otro lado, en los edificios de cinco naves, aquellos que responden al modelo más monumental (Chartres, Bourges, por ejemplo), existe doble deambulatorio, con lo cual el crecimiento de la cabecera es aún mayor.En lo concerniente a las naves, estas iglesias del norte siguen indistintamente el modelo más simple (tres naves), o el más complejo (cinco), sin que ello determine la existencia o no de transepto. Se marca este último, por ejemplo, en Sens, Laon, Chartres, Reims, Amiens. En algún caso de iglesia de cinco naves, puede no detectarse en planta aunque sí espacialmente, solución que puede considerarse el paso previo a su desaparición, lo cual se materializa en Bourges.La organización del muro recibe un tratamiento durante el gótico, que contrasta con el del período precedente. En realidad, se trata de un camino hacia la estructura diáfana, pero su consecución final es resultado de numerosos ensayos previos. En Noyon, en Soissons o en Laon, hallamos la distribución del muro que sigue: en primer lugar el arco que separa la nave central de la lateral, sobre él el triforio, con una tribuna que en algunos edificios llega a ser enorme (Notre-Dame de París) en consonancia con la tradición románica, e inmediatamente el nivel del ándito y por encima de éste el de las ventanas. Este sistema de cuatro pisos va a quedar reducido, finalmente, en los edificios ya clásicos, a tres: arco, triforio y ventana, pero es destacable el caso de la catedral de Bourges que, aun respondiendo a este último, por la particular elevación de su nave central con respecto a las laterales, funciona ópticamente como si se sucedieran en ella no ya cuatro sino cinco niveles.En lo relativo a los muros extremos del transepto, o al de los pies, el camino hacia su total configuración como elementos transparentes, está marcado cuando pierden su función tectónica. Se convierten en simples muros de cierre y es posible, en consecuencia, utilizarlos como elemento plástico. Se horadan y el óculo románico, transformado ya en rosetón, adquiere proporciones monumentales.El sistema de soportes también sufre modificaciones en el período gótico, obligadas principalmente por la organización de las cubiertas. Aparecen los soportes cilíndricos, sobre cuyos capiteles apean los nervios de las bóvedas sin llegar hasta el suelo, y también pilares redondeados que, por el contrario, acogen haces de columnillas que apean en la base. Estas dos fórmulas funcionan indistintamente, aunque acaba imponiéndose la segunda. En el caso de la bóveda sexpartita, su configuración obliga a recurrir a la alternancia de soportes, pues los nervios diagonales requieren un apoyo mayor que los transversales.El sistema de cubrición genuinamente gótico es la bóveda de crucería que va a irse complicando con el tiempo, dando lugar a la de terceletos, abanico, etc. Sin embargo, en los edificios más antiguos, el abovedamiento más usual es con bóveda sexpartita, que incluye dos nervios diagonales y uno transversal. De él se va a evolucionar hacia la cuatripartita, que aparece ya en pleno funcionamiento en Chartres.La concentración de los empujes de estas estructuras en puntos muy concretos de la fábrica, va a permitir reconducirlos, desde las partes altas hasta el suelo, mediante los nervios que apoyan en los pilares. Externamente, estas bóvedas, elevadas muchos metros por encima del pavimento de las iglesias, requieren contrarrestos, a veces muy espectaculares. Los contrafuertes y los arbotantes constituyen uno de los rasgos más genuinos y llamativos del exterior de estos edificios. En Chartres, justificada indudablemente por razones tectónicas, es donde hallamos la solución puede que más imaginativa de todo el gótico.En el exterior, la fachada de los pies y las de los dos extremos del transepto, concentran soberbios programas iconográficos que se desarrollan alrededor de las puertas de acceso. En las partes altas de estos hastial es figura el rosetón, y en la zona baja la portada, a veces con un pórtico previo. La escultura que en este modelo arquitectónico suplanta a los elementos tectónicos (arquivoltas, fustes de columnas, etc.) aparece con profusión en ella. La triple portada es la usual, cuando, tanto en dirección a los pies como en el crucero, existen tres naves. La fachada occidental incluye normalmente dos torres cuadradas, integradas en la fábrica, a ambos extremos. De origen anglo-normando, las incorporan los primeros edificios que experimentan en el camino del gótico (Portada Real de Chartres, por ejemplo) y pasarán a formar parte definitivamente de él.